En las aulas del Colegio Tres Olivos se aprende a escuchar el silencio. Gritar todos a la vez, interrumpir al compañero o hacer ruido mientras alguien habla está superado. Si lo hicieran, estarían discriminando a sus compañeros sordos, un 10% del total de alumnos. Su integración en un entorno de oyentes ha convertido a este centro en una referencia internacional desde su fundación hace ahora trece años.
En este centro, al igual que en muchos otros centros de integración de alumnado con discapacidad auditiva, la sordera con la que estos niños nacieron no ha sido una barrera insalvable. Siete sesiones semanales de logopedia, un profesorado con vocación y talleres con presencia de los padres son algunas de las recetas que explican el milagro.
La iniciativa empezó en 2001 con 300 alumnos. Ahora cuenta con más de un millar, de los que 102 son sordos. «Es un proyecto singular porque la idea partió de una asociación de padres sordos. Decidimos crear la Fundación Dales la Palabra, porque la educación de estos niños requiere de una visión más amplia que la de una escuela ordinaria. El Ayuntamiento nos dio un terreno, pensamos al principio en la edad obligatoria pero luego nos dimos cuenta de que con niños con ciertas patologías, la prevención y la edad temprana es fundamental», cuenta Adoración Juárez, directora y alma máter del Tres Olivos.
La actuación temprana sobre los niños con discapacidad auditiva es una de las claves para que puedan desarrollar sus capacidades comunicativas. Niños que, con apenas seis o siete meses, incorporan a su día a día el implante coclear, que les permite tener audición y desarrollar el lenguaje hablado.
Para que los niños sordos sigan las explicaciones sin problemas, los profesores hablan a través de un sistema (frecuencia modulada) que, como el pinganillo de los presentadores de TV, está conectado a los implantes cocleares. Así escuchan a los profesores sin interferencias. Otra de las claves está en el respeto al silencio.
La otra clave está en la convivencia entre sordos y oyentes. «Háblale de frente, háblale despacio, enséñale lo que le estás contando». Desde pequeños, los niños sin problemas de audición llevan grabados a fuego estos mandamientos para que sus compañeros les entiendan. Y el colegio presume de los resultados de esa integración: en las pruebas de Lengua y Matemáticas que realiza la Comunidad en sexto de Primaria, los alumnos con discapacidad auditiva han logrado resultados superiores a la media de los centros de la región. La primera generación de alumnos que pasaron por estas aulas ya está en segundo curso de la universidad. E incluso, el pasado septiembre, una alumna sorda profunda dejó el Tres Olivos porque el Colegio Británico aceptó su solicitud de matrícula gracias a los avances logrados en este idioma.
Y ese trabajo, según sus responsables, tiene su fruto: «Además de integrados, conseguimos alumnos proactivos e independientes. Cuando llegan a la universidad son capaces de ir al profesor para decirle que necesitan estar en primera fila, que necesitan los apuntes antes de las explicaciones». Todos estos éxitos, en palabras de Adoración «demuestran que lo que estamos haciendo es válido».