De acuerdo a las cifras del INEGI (Instituto Nacional de Geografía e Informática, 2010), en Méjico hay alrededor de 300.000 sordos pero, de acuerdo a lo comentado por Shelley Dufoe, directora del Ministerio de Lengua de Señas Mexicanas, estas cifras son probablemente inexactas.
En Méjico ocurre que las cifras de población sorda del país son muy difíciles de determinar, porque muy a menudo, las familias ocultan la existencia de hijos con deficiencia auditiva. Por ello no constan como estudiantes ni en los censos oficiales. Los sordos mejicanos, además de segregados e ignorados, carecen de la educación más elemental y con frecuencia no conocen un lenguaje.
Hace 17 años, el ministerio católico Lengua de Signos Mexicana comenzó la tarea de interpretar la Biblia cuando detectaron la inexistencia de material apropiado para transmitir las Escrituras a la comunidad sorda. Su meta era transmitir la Palabra y cumplir con los cuatro criterios de calidad de una buena interpretación a lenguaje de signos: claridad, fidelidad, naturalidad y aceptable para la comunidad sorda.
En general, el trabajo de traducción de la Biblia es muy complejo, aparte de arduo, hecho agravado por que el lenguaje de los oyentes (las palabras) carece de sentido para los sordos, quienes fundamentan su lenguaje a través de imágenes.
En este proyecto mexicano para la interpretación de la Biblia trabajan traductores y revisadores bilingües en español e idioma de señas mexicano, y su objetivo es realizar la interpetación más clara, fiel y natural posible.
El momento más complejo radica en el análisis de las escrituras y el proceso de síntesis, que llevan a cabo simultáneamente con la elaboración de un Glosario, un pequeño diccionario que acompaña la traducción de cada pasaje, que incluye los signos para nuevos términos y nombres propios.
Tras muchos procesos de revisiones y controles de calidad llega el momento de las grabaciones: edición de los pasajes en prompter (grabaciones guías de apoyo), ensayos por parte de los actores, manejo de equipo de grabación e iluminación, etc.
Hay que señalar que en Méjico no existen escuelas de nivel medio-superior ni universidades disponibles para sordos, así que todo el equipo que trabaja en cualquier proceso de este complicado proyecto (incluyendo el manejo de tecnología e informática) son sordos que se han formado de manera autodidacta para llevar a cabo su trabajo.